jueves, 1 de mayo de 2008

De regreso a las multinacionales

Recuerdo cuando empecé ese 28 de agosto de 2004 a trabajar con cierto banco español que tiene una página universitaria. Llegué de corbata, feliz por ingresar en un equipo al que quería pertenecer desde hacía más de un año, y con un montón de ideas para proponer en un entorno que creía era abierto a nuevas propuestas. Después de casi 20 meses renuncié debido a un ambiente poco agradable, monótono y mecánico, una falta notable de visión y sobre todo, una nueva y tentadora oferta de trabajo.

Durante los siguientes 20 meses estuve en una empresa de gestión estratégica, trabajando en un área de mi completo agrado, aprendiendo y sobretodo, divirtiéndome un montón. A veces las jornadas se extendían hasta la madrugada del día siguiente, pero gracias al infaltable café, una piza medio fría y buena música sonando estridentemente por toda la oficina, el trabajo se hacía bien. Que meses aquellos… Estaba en una pequeña empresa con una visión ambiciosa.

Sin embargo llegan momentos en los que la vida le ofrece a uno nuevos horizontes. A finales de febrero recibí una oferta para trabajar en una reconocida empresa que fabrica celulares. El cargo parecía tentador, con un mejor salario, algunas ventajas como celular gratis, todo el café, jugos y gaseosas que quisiera y sobre todo, la posibilidad de hacer carrera. Sonaba muy bien. Cuando la cosa se concretó, explique la oferta a mis antiguos jefes. No pudieron mejorarla. Una semana después estaba en mi nuevo trabajo.

Primera cosa que noté. Nadie te nota porque eres uno más entre cuatrocientos. Segunda cosa que noté. El cargo de nuevo era mecánico (maldición). Tercera cosa, había sobrecupo en la oficina, así que emplean la táctica universitaria de “siéntate donde puedas y si ya no hay puestos, espera a que alguien salga al baño para quitarle el pupitre”. Mala cosa. Pero como la decisión ya estaba tomada, el contrato firmado y la palabra empeñada, tocaba ajustarse a las nuevas condiciones “notadas”.

Después de casi dos meses, no me he ajustado del todo a esta multinacional. Para empezar lo que no logro asimilar muy bien es a la gente. No es que haya gente buena, la hay por supuesto, pero no he encontrado un ambiente de equipo. Cada uno hace lo suyo, se conforma con eso y no tienen la capacidad de sorprenderse con cosas nuevas. Por otro lado, me parece increíble (y desmedida además) la capacidad de abuso colectivo de los recursos puestos a disposición de muchos empleados. Sé que eso pasa en todos lados pero si alguien con el ojo no entrenado observa esta empresa, creería que observa una pública.

Por ahora me sigo metiendo en la cabeza que es un reto del cual pueden salir muchas cosas buenas, y gracias a ello soporto a algunos personajes medio pedantes, otros poco colaboradores, y a otros medio idiotas. También ayuda que unos cuantos han demostrado ser excelentes personas. Veremos qué va a pasar en los próximos meses mientras sigo “conectando personas”, esperando que en 20 meses la situación sea mejor que mi anterior trabajo y no como el banco, donde la gente a pesar de su discurso, no cambia y no permite que los otros lo hagan.

También me hace falta un buen lugar para almorzar y alguien con quien hacerlo.